Buenos Aires, 14 de Noviembre de 2006
Diego,cuando terminé de leer sentí que habías tomado el lápiz con las tripas
y habías escrito soledad con tu sangre. Pero como no suelo quedarme callado, ...
Es el maldito viento que alcanza
su perfume a mi nariz.
Es aquella esquina que la ayudó a guiarse
y a encontrarme allí.
Es un boleto a su casa,
cualquier fin de semana con final feliz.
Es el recuerdo de ese puto día
que la pinta frente a mí.
Lo es todo en mi morada,
su pelo, sus gestos, su voz sutil.
¿Qué será que la recuerdo tanto?
Que la quise hasta la otra vida, o que todavía la siento aquí.