viernes, 13 de enero de 2012

Marina y el Perú.





Pisé el Perú después de 11 años. La última vez que había venido a "la tierra de papá" había sido un verano del 98 por vacaciones . No me gustaba el Perú, siempre tenía la idea de un lugar emprobrecido , atrasado y muy distinto al barrio donde vivía y a lugar donde había crecido > Villa Ballester.

Y todo esto le sumaba los innumerables comentarios negativos ,que mi madre , argentina ella, me llenó desde mi infancia sobre "el país de tu papá" .Para mí, en ese entonces, los peruanos eran borrachos, feos y con olor, y de esto no se salvaba nadie, porque mamá los metía a todos en cualquiera de estas categorías.

Mamá no tenía piedad contra la tierra del Inca, su resentimiento no era contra el Perú en sí (algo que recién aprendí muchísimos años después) era contra Hugo, su esposo peruano, que le hizo la vida imposible en su travesía peruana.

Resulta que Marina y Hugo se enamoraron en la universitaria ciudad de La Plata (capital de la Provincia de Buenos Aires, para los que lean esto fuera de estas tierras) . Hugo se recibió con altas calificaciones en ciencias veterinarias, y conoció a Marina en una "fiesta de peruanos" en un rinconcito de la ciudad de las diagonales . Marina se encontraba en tercer año de Odontología, y una noche fue invitada por una compañera peruana a un baile (un "tono" dirían los incaícos) .

Allí se conocieron, allí bailaron y allí se enamoraron.
Hugo , que ya había cumplido su misión en Argentina para alegría de sus compadres y su familia, decidía volver al Perú . Mamá aceptó ir, sin saber que iba a regresar dos años más tarde, con el resentimiento que mencioné antes, y con la persona que escribe pidiendo teta y llorando.

Yo crecí entonces, con los relatos de las travesuras de mi padre: infidelidades a la luz del día, borracheras interminables , maltrato verbal y físico hacia mamá, y montañas de etceteras. Dotes del "machismo peruano".
Mi mamá odiaba al Perú, tanto ,que una noche allá en Barranca (ciudad donde me procrearon), le avisó que regresaba a Buenos Aires con o sin él. Y regresaron y regresé.

Fue así que yo crecí donde mamá quiso, mamá quería para mí Argentina.
Quería que su primogénito creciera en la tierra del tango.
Y no le recrimino nada a mamá, al contrario, le agradezco.
Me regaló sin querer, una familia de amigos, el acento que llevo conmigo,, Boca Juniors, el mate como compañero, y una idiosincracia que , nada tienen que ver con el DNI rosado y de tapa marrón para extranjeros  que entregan en Argentina a peruanos, bolivianos, chinos, africanos exiliados y toda la tropa de forasteros.
Lo que sí voy a objetar, que se haya equivocado tanto.
El Perú che, no era tan malo como mamá contaba, en algunas cosas le doy la mano derecha, en otras... vieja, le pifiaste feo.

Nunca me hablaste de su riquísima comida, de la alegría de sus jaranas , del sonido de los cajones , de la marinera, de su mar, de su cerveza (¡cómo no ser borracho con estas cervezas!), y de todas las cosas lindas que tiene este lugar, que en definitiva también es un poquito mío, por papá y por mi nacimiento ...
 

Esta noche, madre mía, soy un poquito como Hugo, voy por la tercera cerveza y mi cara empieza desfigurarse. Pero con una gran diferencia. En vez de nostalgiar con Eva Ayllón y el criollismo peruano, Sabina me habla de Buenos Aires.

Saludos desde Lima.

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