lunes, 28 de octubre de 2013
Lunes
Hoy llegué al trabajo con una barba crecida de días, poco aseado, y con tremendas ganas de regresar al cuarto del tercer piso. Nunca termino de ordenarlo, nunca llego a estar del todo comodo. De a ratos me olvido de las bolsas acumuladas abajo de la ventana, del bolso negro en el piso que cumple su nuevo rol de guardarropas, de la canilla del baño, que siempre por alguna razón que desconozco queda perdiendo agua. Son varias cosas que todavía debo ir componiendo para que mis ojos no me lastimen mintiéndome, que ese desorden es el desorden de mi alma .
Paciencia, Diego, paciencia.
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